Las tendencias radicales suecas de finales de los sesenta encajaron perfectamente en IKEA. La cultura juvenil, la música pop y las protestas de 1968 dejaron su huella en el surtido de productos. El aglomerado pintado, el plástico y otros nuevos materiales abrieron a la marca nuevas oportunidades de crear muebles con un aspecto pop y juvenil.
La vida en el hogar
La década de los 60
Esta es una época de grandes cambios en Suecia. En los años sesenta la mayoría de las personas pudo acceder a una vida mejor; fueron tiempos de bienestar y prosperidad, y cada vez había un mayor interés por el hogar y el diseño de interiores. El crecimiento de la construcción de hogares a las afueras de las ciudades, cerca de la naturaleza, hizo que muchas personas pudieran vivir en espacios más grandes y mejorar considerablemente su nivel de vida.
El «shopping» se convierte en un nuevo concepto. Cada vez son más los hogares que pueden permitirse un coche, y la nueva tienda IKEA de Kungens Kurva (Estocolmo) se convierte en un destino muy popular para los habitantes de la capital. Cuenta con un restaurante, y los productos del hogar se exponen en una habitación de tal modo que los clientes pueden verlos, tocarlos y probarlos.
En los años sesenta cada vez se incorporan más mujeres al mercado laboral, y al mismo tiempo se siguen encargando de las tareas del hogar. La diseñadora de interiores y madre de cuatro hijos Lena Larsson, de origen sueco, fue una de las defensoras de la idea de liberar a las mujeres de una vida de exigencias sin sentido. En su opinión, las familias debían poder disponer de habitaciones donde los niños pudieran jugar, en lugar de recibidores únicamente pensados para lucir muebles caros pero que no se utilizan nunca. En un artículo de debate de la revista Form, Lena acuña la expresión «comprar, usar y tirar», y anima a los lectores a hacerse con muebles y productos más sencillos, que les encanten y que realmente vayan a usar hasta que estén viejos y estropeados. Entonces podrán tirarlos y comprar muebles nuevos. Pero muchos han malinterpretado la expresión de Lena Larsson, acusándola de fomentar el consumo y el desperdicio. Con el auge de la conciencia medioambiental, la expresión «usar y tirar» adquiere un significado cada vez más negativo, muy alejado de las buenas intenciones de quien pronunció esas palabras por primera vez.
Para Ingvar Kamprad cada vez será más importante hallar un equilibrio entre precios asequibles, calidad y sostenibilidad. Por ello, fue un éxito resonante que la influyente revista de diseño de interiores Allt i Hemmet (Todo en el hogar) comparara en 1964 los productos IKEA con muebles de alta gama y opinara que la calidad de los muebles IKEA era en muchos casos superior. IKEA comienza también a contratar a jóvenes diseñadores de interiores y artistas textiles contemporáneos con talento, que dejarán su huella en los productos gracias al uso de formas y colores atrevidos.
Los muebles de época y las maderas duras de los años cincuenta cada vez estarán más excluidos del surtido IKEA, dando paso a una versión moderna del práctico y auténtico mueble rústico sueco. La vida en el hogar debe ser relajante y acogedora, y esto se refleja en los muebles, con suaves alfombras de lana rya, cómodos asientos y una mesa de centro con sitio para un termo y la merienda de media tarde.
Ha llegado el
, el «hogar de las personas» del estado de bienestar sueco, e IKEA se encargará de amueblarlo.