IKEA es ya una marca global que fabrica productos para personas de distintas culturas y tradiciones a la hora de decorar. Gracias a encuestas periódicas, IKEA intenta conocer mejor a sus clientes y averiguar las necesidades de las personas en un mundo más urbanizado y en el que los hogares son más pequeños. La clave está en el almacenaje. Cada vez resulta más importante poder clasificar, almacenar y organizar todas nuestras cosas.
La vida en el hogar
La década de 2000
En la primera década del nuevo milenio hace su aparición la actual sociedad de la información. Los teléfonos móviles y los videojuegos cambian la vida en el hogar de muchas personas.
Cuando escasean los metros cuadrados, muchos se ven obligados a pensar en metros cúbicos y aprovechar todo el espacio de la habitación: la longitud, la anchura y la altura. Se popularizan las soluciones abiertas, que borran los límites entre la cocina y el salón. Se introduce la isla de cocina que, combinada con sillas altas, logra crear un espacio social.
Las nuevas constelaciones familiares, donde es frecuente que los niños pasen una de cada dos semanas con un progenitor distinto, motivan que se necesiten nuevas soluciones flexibles para ahorrar espacio. Una semana los niños y sus amigos se apiñan en torno a la mesa de la cocina, y la semana siguiente solo está su padre o madre, tal vez con su nueva pareja.
A medida que el mundo está más conectado, las nuevas tecnologías crean también nuevas formas de socializar, tanto dentro como fuera de casa. Se lanzan redes sociales como Facebook y Twitter. Una persona puede estar en el sofá con su portátil, otra en la mesa chateando en internet, y una tercera en la cama jugando a un videojuego. Para muchas personas, estar conectadas equivale a relajarse. Al mismo tiempo aparecen productos inteligentes con diferentes funciones, muebles modulares combinables y soluciones para montar en casa, que permiten crear hogares más prácticos y fluidos.
El mensaje de IKEA es: «Planifica tu hogar según tu forma de vivir»; la idea es ofrecer a las personas todo lo que necesitan para hacer frente a sus retos del día a día. Entre los jóvenes cada vez hay una mayor conciencia ecológica; la sostenibilidad social y ambiental son temas de gran importancia. Se adoptan hábitos sencillos pero útiles para contribuir a un futuro más sostenible, tales como el uso de productos para clasificar mejor los residuos, y de almacenaje apilable para el frigorífico o para llevar las sobras de la comida al trabajo.