En muy pocos años, este recién llegado de Småland había pasado de tener una pequeña empresa de venta por correo de pipas y bolígrafos a la marca de muebles y productos para el hogar IKEA. Los métodos poco convencionales de IKEA habían supuesto un desafío para todo el sector. Y ahora los visitantes acudían en masa a la pequeña Älmhult para conocer el resplandeciente edificio blanco diseñado por Claes Knutson, el arquitecto de Alvesta: una estructura modernista de hormigón que descansaba sobre enormes pilares en forma de V (que la prensa describió como «signos de victoria»).
La primera tienda IKEA
De una exposición de muebles a la tienda.
Cuando IKEA abrió su nuevo espacio expositivo en Älmhult en 1958, todo el mundo asistió a la ocasión: el gobernador del condado y el presidente de la junta municipal, así como periodistas y críticos de Estocolmo, todos ellos ansiosos por conocer la última jugada de Ingvar Kamprad, el revolucionario de los muebles.
El camino hacia la tienda
A finales de los años cuarenta, la venta por correo se había vuelto un negocio muy complicado. La competencia por ganar clientes era sumamente dura, y el único factor con el que se podía competir era el precio. Cada proveedor de muebles recortaba continuamente más gastos que los demás, y esto empezó a afectar a la calidad. Ingvar quería que los clientes pudieran ver los productos con sus propios ojos y formarse una opinión sobre su comodidad y su durabilidad. Hasta entonces, IKEA solo había expuesto sus muebles en ferias temporales del sector celebradas en Suecia, pero ahora Ingvar y su mano derecha Sven Göte Hansson decidieron abrir una exposición permanente en Älmhult. Lo difícil era dar con el lugar adecuado. Cuando Ingvar supo que la carpintería de Albin Lagerblad de Älmhult iba a cerrar, no se lo pensó dos veces.
La exposición de muebles abrió el 30 de marzo de 1953, y desde el primer día suscitó un gran interés. Pero al cabo de un tiempo, el edificio de Lagerblad empezó a quedarse pequeño. Ingvar había descubierto que muchas personas estaban dispuestas a recorrer grandes distancias para ver y tocar los muebles antes de comprarlos. Las ventas aumentaron, e IKEA empezó a aparecer en la prensa. Por aquellos días, las autoridades nacionales y locales dictaban normas muy estrictas sobre los horarios de apertura de tiendas y exposiciones. Cuando esas normas desaparecieron, IKEA decidió construir un nuevo espacio para exponer sus muebles frente a la vieja carpintería. Ese fue el primer paso de lo que acabaría siendo la primera tienda IKEA.
Una iniciativa audaz
El arquitecto Claes Knutson cobró 30 000 coronas (3000 €) por su proyecto. Se calcula que el edificio entero costó un millón de coronas, lo que equivale a unos 15 millones de coronas (o 1,5 millones de euros) actuales. Para este proyecto, IKEA solicitó y recibió financiación del consejo local, el cual consideró que la iniciativa daría mayor atractivo a la ciudad y crearía nuevos puestos de trabajo. También se obtuvo el permiso de la junta de empleo local. Tal como lo describió el periódico local, el proyecto significaría «empleos en invierno para obreros de la construcción que, debido a su avanzada edad, ya no pueden desplazarse a otras ciudades». Las obras comenzaron en el otoño de 1957, e incluso en ese momento hubo ya planes para una primera ampliación.
La gran inauguración
Antes de la gran inauguración del 28 de octubre de 1958, Ingvar y Sven Göte escribieron lo que llamaban un «texto de orientación». En él, trazaban el modelo comercial que habían desarrollado durante la época en el edificio de la antigua carpintería. En él había un área de exposición con ambientes inspirados en el hogar y el cliente podía llevarse los muebles a casa ese mismo día en paquetes planos. Este documento se repartió en la inauguración a periodistas y asistentes. Un extracto: «El motivo de esta gran expansión, además de los factores normales que afectan al progreso de un negocio, es la nueva forma de distribución que utiliza la compañía: una combinación de venta por catálogo y de venta en tienda a través de la sala de exposición de Älmhult».
Las instalaciones tenían 6500 metros cuadrados, de los cuales 4000 se destinaron a exponer los muebles y artículos y el resto a funciones de almacén. Pronto se vieron inundadas de curiosos que se apiñaban en el gran patio interior del centro del edificio. Bengt Ruda, que trabajaba en los grandes almacenes Nordiska Kompaniet/NK cuando Ingvar lo contrató en 1957, montó en la planta superior dos pequeños apartamentos donde los visitantes podían ver y probar los productos IKEA en un ambiente inspirado en un hogar real. Los visitantes podían ir a contemplar los productos incluso aunque la tienda estuviera cerrada. Para ello, no tenían más que subir por la escalera exterior, que conducía a una galería con grandes escaparates a lo largo de la fachada principal del edificio, de 84 metros de longitud, conocida como Smålandsgången (literalmente, «el paseo de Småland»). Todas las tardes venían a Älmhult personas de todas partes para visitar IKEA y echar un vistazo a los muebles e interiores iluminados de los grandes escaparates.
La gran inauguración se abrió con un discurso de Ingvar, la «oveja negra», como se definía a sí mismo. En él habló del recelo que causaba su éxito entre algunas personas: «El sector parecía tener algo contra nuestro negocio. Nos prohibieron ir a la feria Sankt Eriks-Mässan, pero lo solucionamos alquilando un espacio de exposición justo enfrente. Nuestros proveedores han sufrido boicots, y han tenido que protegerse enviando notas de entrega con nombres de compañías neutros. Y lo peor de todo: han circulado rumores de que nuestros productos son inferiores y el servicio es deficiente».
El paraíso de las parejas jóvenes
Tras la gran apertura, IKEA fue objeto de muchísimos comentarios en prensa, tanto positivos como negativos. Tal vez la respuesta más entusiasta vino de la revista Svenska Journalen, que proclamó que Ingvar Kamprad había convertido Småland en «el paraíso de las parejas jóvenes» (en referencia a todas las parejas a punto de casarse o recién casadas que visitaban la tienda IKEA de Älmhult para comprar sus primeros muebles). En la entrevista, Ingvar declaró: «Una pareja joven a punto de casarse debería ser capaz de amueblar decentemente un apartamento moderno de un dormitorio por 2000 coronas (200 €), y eso incluye los muebles, las alfombras y las cortinas». El periodista estaba asombrado ante precios tan bajos, y describía IKEA como una «meca de los muebles y sueños de interiorismo», y el edificio modernista como «una enorme monstruosidad de hormigón de cuatro plantas… Como si hubieran querido construir una pista de aterrizaje para futuras naves espaciales».
Las publicaciones que representaban a la industria consolidada del mueble se mostraron más prudentes y describieron a Ingvar Kamprad y a IKEA en un tono de burla y algo condescendiente. Bo Lagercrantz, una figura muy activa del diseño en la Sociedad Sueca de Oficios y Diseño y por entonces director del Museo Nórdico, expuso sus sentimientos encontrados en el periódico vespertino Expressen. Gran parte del surtido de producto le parecía «forzado». También se preguntó si con esos precios tan bajos, el interior de los muebles tapizados podía ser realmente de la calidad que prometía IKEA. Pero le gustaba el hecho de que IKEA hubiera declarado una «guerra sana de precios», desafiando al sector de los muebles. Bo Lagercrantz pensaba que IKEA e Ingvar Kamprad saldrían «muy beneficiados si sometieran sus productos a controles de calidad». Por aquella época, la nueva agencia de consumidores VDN había empezado a puntuar las sillas y mesas, y Bo pensaba que IKEA tenía ahí una buena oportunidad de demostrar que podía ofrecer calidad alta a precios bajos.
El día siguiente a la inauguración en Älmhult, Bo Lagercrantz escribió una carta a Ingvar sugiriendo que se hiciera con su propia máquina de pruebas, una «máquina hecha de tubos de hierro para probar sillas». «Creo que la forma más potente de anunciarlo sería colocar la máquina en el vestíbulo principal, para que los visitantes vean cómo se prueban las sillas hora tras hora, mostrando en un contador el número de veces que esta ‘se sienta’. Pocos competidores tendrán una oportunidad como esa para demostrar su método en público». Ingvar no tardó
.Un clásico con una nueva faceta
La exposición de muebles fue un éxito inmediato. Las personas acudían en masa a IKEA para ser recibidos con refrescos en el bar de la entrada y, bien pasear por su cuenta, o guiados por el personal de ventas, con experiencia en decoración del hogar. Cuando concluyó la primera ampliación en 1960, primero se construyó una barra provisional, que acabó siendo un restaurante IKEA con cocina profesional diseñado por Bengt Ruda. Esto sentó las bases de los restaurantes IKEA que vemos hoy en todas las tiendas IKEA del mundo.
La primera exposición de muebles pronto se convirtió en una tienda IKEA: la primera de los cientos de tiendas que se extenderían por todo el mundo. La tienda se mantuvo abierta durante más de 50 años, hasta que en 2012 cerró sus puertas y fue sustituida por un moderno edificio azul a las afueras de Älmhult.
Para entonces, el magnífico edificio blanco de Claes Knutson ya estaba bastante viejo y había sufrido varias reformas y obras adicionales, tanto por dentro como por fuera. Durante mucho tiempo, el edificio estuvo oculto tras unos andamios y lonas impermeables. Cuando finalmente se retiraron en 2015, buena parte del exterior había sido restaurado a su imponente aspecto original. El estilo arquitectónico modernista regresaba así a Älmhult, mientras que el interior había sido adaptado para alojar ahora el IKEA Museum, un lugar donde contar todas las fantásticas anécdotas de IKEA a lo largo de los años.