El hogar se convierte en un lugar donde plasmar los anhelos de éxito y estatus social. En algunos hogares, el salón vuelve a ser un recibidor ostentoso, con grandes sofás de cuero y espacio para el símbolo de estatus del momento: el equipo estéreo. En la tele se emiten programas estadounidenses sobre personas ricas y aparentemente felices, y los expositores de vidrio iluminados exhiben toda clase de ornamentos y elaboradas vajillas.
La vida en el hogar
La década de los 80
Para muchos, los años ochenta son una década optimista y superficial en la que la bolsa bate récords y las hombreras anchas son tendencia y expresan seguridad. El estilo colorista y kitsch de la posmodernidad convive con naturalidad con los elegantes muebles fabricados a partir de materiales de lujo. Las apariencias externas lo son todo; es muy importante ver y que te vean.
Tras el desenfadado estilo del «hazlo tú mismo» y el espíritu práctico y cotidiano de los setenta, hay cierto deseo reprimido por el lujo y la elegancia. En las cenas se sirve en copas de cristal y las ventanas se adornan con extravagantes combinaciones de cortinas. IKEA lanza la colección STOCKHOLM: muebles y materiales de alta calidad. Su clásico estilo escandinavo está pensado para atraer a aquellos clientes que han dejado atrás su alocada juventud y están ya preparados para la vida adulta.
A otras personas, en cambio, les atrae el diseño alegre y posmoderno de la época, que se adapta muy bien a IKEA. La influencia del estilo high-tech, con muebles de acero y superficies pintadas, se combina con tejidos coloridos y alegres. Es un estilo atrevido y expresivo. IKEA fabrica muebles sencillos pero elegantes, como la mesa LACK y el cómodo sofá KLIPPAN; grandes éxitos de ventas que gustan a todos y aún hoy perduran en el surtido.
En el IKEA de los años ochenta, los muebles son una mezcla de muchos estilos y gustos diferentes. Las cosas progresan muy rápido… ¡a veces incluso demasiado! El surtido se amplía en demasiadas direcciones, y esta rápida expansión provoca a veces problemas frustrantes: tornillos que faltan a la hora de montar un mueble, productos populares agotados…
Los ochenta son una montaña rusa, y sus días de gloria terminan con una tremenda caída de la bolsa. Las diferencias sociales se agudizan, y muchos jóvenes empiezan a reaccionar contra ese espíritu de excesos y de consumo lujoso. Una vez más, la siguiente década supondrá un nuevo cambio.