¡¿1 euro?!

Cuando una tarea imposible requiere una solución imposible.

¿Qué hacer cuándo se te pide que hagas lo imposible? ¿Decir que no? Pues bien: en este caso concreto, Paulina Pajak no tenía esa opción. Paulina es desarrolladora de producto en el departamento de Iluminación, donde se desarrolla el surtido de artículos IKEA a nivel global. La persona que buscaba lo imposible no era otro que el fundador de IKEA, Ingvar Kamprad, quien entró un día en el departamento y anunció: «Vamos a vender bombillas led por menos de un euro».

Pero antes de conocer a la pobre Paulina, echemos un rápido vistazo a los aspectos ambientales del uso de bombillas led. Como todos sabemos, para alcanzar el objetivo climático al que aspiramos, el consumo energético debe disminuir. Por ello IKEA decidió prescindir en 2011 de todas las demás fuentes de iluminación, y desde 2016 las tiendas IKEA solo venden bombillas led de bajo consumo. Es la consecuencia evidente de la idea de mejorar el día a día de la mayoría de las personas.

Para hacerlo bien, es necesario ofrecer a todo el mundo la oportunidad de elegir alternativas sostenibles. ¿Y cómo se logra esto? Ofreciendo tantas bombillas led de gran calidad como sea posible, a un precio tan bajo que resulte asequible para la mayoría de las personas. No habría tenido sentido fabricar bombillas caras que solo pudieran permitirse unos pocos. Dado que se trata de disminuir el consumo de energía, el volumen es fundamental. Y la clave está en ofrecer precios bajos.

Los diseñadores de producto Victor Zeng, Magdalena Pinczakowska y Paulina Pajak examinan las piezas de una bombilla led.
Victor Zeng, Magdalena Pinczakowska y Paulina Pajak, del departamento de Iluminación, examinaron todos los aspectos. Las piezas, el diseño, la producción... Todo fue revisado con el fin de racionalizar y reducir costes sin que ello afectara a la calidad. Pero era materialmente imposible bajar de 1,50 euros.

Volvamos a Älmhult, donde trabajan Paulina y su equipo. «Nos decían que Ingvar no paraba de repetir: “¿Para cuándo va a estar esa bombilla de un euro?”, pero nos parecía imposible, y por muchos motivos. Para empezar, por razones técnicas, pero además, sentíamos que nos faltaba inspiración para desarrollar esta bombilla. Nos resultaba mucho más gratificante trabajar con pantallas y pies de lámpara, que son objetos mucho más visibles. Tuvimos que hacer un gran esfuerzo para entusiasmarnos con esta tarea».

Paulina comprendió que era preciso cuestionarlo todo. «Pensar desde cero. Pensar en una producción eficiente. Pensar en materiales nuevos. Pensar en toda la cadena de valor. Pensar. Pensar. ¡Pensar! Cuando rememoro este proyecto, creo que la mayor dificultad estuvo en cambiar de mentalidad, por encima de todo. Queríamos resolver una complicada ecuación de forma, función, calidad, sostenibilidad y precio asequible pensando de modo tradicional. Pero teníamos que pensar de otra forma».

«La mayor dificultad estuvo en cambiar de mentalidad».

El equipo de desarrollo siguió dando vueltas a cada mínimo detalle y estuvo a punto de rendirse.

«Lo examinamos todo, desde las piezas hasta el diseño y la producción, para averiguar cómo dinamizar y reducir costes sin que ello afectara a la calidad». Paulina suspira, y añade: «Pero era imposible bajar de 1,50 euros. ¡Imposible de verdad!».

Primer plano de destornillador y lámparas led, algunas desmontadas, sobre una mesa gris.
¡Corred, que viene Ingvar!
Paulina Pajak, con la cabeza hundida en los brazos, levanta la vista y mira la bombilla led y las piezas en la mesa gris.
1,86 euros no es suficiente.
Paulina Pajak, la barbilla en las manos, mira las piezas de una bombilla led en la mesa gris.
Paulina Pajak mira fijamente la bombilla led y las piezas de una bombilla en la mesa gris.
1,58 euros no es suficiente.
Paulina Pajak, sentada a una mesa gris con piezas de una bombilla led, sostiene una pieza y la mira de cerca.
1,32 euros no es suficiente.
Paulina Pajak, sentada a una mesa gris con piezas de una bombilla led, sostiene una pieza y la mira de cerca.
Paulina Pajak, sentada en una mesa donde hay piezas de una bombilla led, sostiene una pieza y señala otra con cara pensativa.
1,18 euros no es suficiente.
Paulina Pajak, sentada a la mesa con piezas de bombilla led, toma la pieza, sonríe y alza el dedo con gesto triunfal.
Paulina Pajak, sentada a una mesa con piezas de bombilla led, sostiene dos piezas que examina de cerca.
1,07 euros no es suficiente.
Paulina Pajak sonríe ante una mesa con piezas de bombilla led, y sostiene una bombilla con gesto triunfal.
¡0,99 euros, eso sí!

El plazo se iba acercando y Paulina y sus compañeros estaban ya a punto de rendirse. Pero antes de aceptar la derrota decidieron examinar todos los detalles una vez más. Hubo más reuniones y pruebas, y de repente… se produjo el milagro. «Descubrimos que si usábamos piezas de mayor calidad para el led, podíamos prescindir de ciertas piezas del suministro de energía de la bombilla, logrando así un coste final más bajo», recuerda Paulina. Al usar menos piezas, pero más multifuncionales, aunque estas fueran más caras, el resultado era un coste general más bajo. Y el precio final de la bombilla led de IKEA fue un euro. «Espero que Ingvar estuviera satisfecho», concluye Paulina con una carcajada.

Primer plano de dos bombillas led desmontadas.
La solución fue usar menos piezas más multifuncionales, aunque fueran más caras. Por sencillo que parezca, fue casi imposible llegar a esta idea.
Primer plano de led.
Una bombilla led consume alrededor de un 85 % menos de energía que una tradicional. Por tanto, si una ciudad entera de siete millones de habitantes se pasara a los ledes, consumiría la misma energía que una ciudad de un millón de habitantes que empleara otras fuentes de iluminación. 0,99 euros, 2017.

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